jueves, 27 de febrero de 2014

Aire Húmedo

Los hombros desencajados, los brazos fusilados, los pulmones aguerridos y se pregunta donde esta la linea de bajo.

No sabe o no quiere saber, se pregunta y no se quiere contestar, habla y habla y habla pero sus palabras están secuestradas en el frío invierno, junto al calor de la leña húmeda, que desprende una llama azul, el rojo esta secuestrado por el agua, ese agua que apaga el inevitable fuego de su boca.

No concibe una dinastia salvaje, una dinastia llena de falsedades inciertas y reales, una realidad que se lleva el viento, entre las encinas, entre los prados salvajes del verde más verde de la aceituna.

Si fuéramos conscientes del dominio imperturbable de la bondad infinita, seriamos capaces de encajar los hombros y salir a acariciar el viento con las mejillas de un estado inexistente.

Solo existe lo que respira, solo contrapone el acento del ritmo no marcado, el ritmo de la alegría, ¿o eso era un himno?.

Donde quiera que estés saca tu lengua al viento para humedecer la piel reseca de los que quieren encontrarte, para recoger tu miel, para sembrar tu perejil, para broncear tus lunares, para desatar tus manos, para volar entrelazando pecho y espalda, para observar las raíces más profundas desde la nube mas alta jamas imaginada.


Una maleta

Una maleta pequeña roja y con ruedas
 abierta para llenarla de acracia
con los farolillos blancos de la noche bien doblados
usurpando el alma de los titiriteros
abrazando el concurso del tango nunca bailado
devorando señas de amargura
aclarando las poses estrechas de la que anda de puntillas
sollozando entre delirios de tristeza
arruinando al rico con bigote
desnudando la intención de los atrevidos

Una maleta que quiere rodar
Una maleta que vibra en su asiento
Una maleta que se cerró a los calcetines negros
Una maleta con solo un destino
Una maleta con infinidad de caminos recorridos
Y sin recorrer.


domingo, 9 de febrero de 2014

Piernas

Siempre le atrajeron las piernas, no tenían porque ser largas, no tenían porque ser delgadas, no tenían que estar marcadas, simplemente tenían que desafiar los limites de su imaginación, podían estar escondidas, podían estar presentes, lo que sí estaban era insinuantes.

Insinuantes deslizandose por ellas, el tobillo angulado por el tacón, marcaba el gemelo que se deshacía en sus manos, en las rodillas el aliento de su boca se fundía con los vapores de una melodía que bajaba por sus muslos haciendolos temblar, sus piernas marcaban un camino, un camino sin retorno, un camino hacia la muerte en vida, un camino de abstracción de la realidad, un camino hacia el infinito.

Sus muslos erizados aceptaban la entrada de ese valiente, que quería morirse dentro de ella,  que quería escuchar su más intima melodía, al compás de un tango prieto, bien prieto, donde solo importaba bailar en ese preciso momento, donde todo se convirtió en atención, una atención que le llevo a escuchar la melodía jamas escrita, a tocar directamente todo lo que surgía de su imaginación, una imaginación marcada por esas piernas que le desafiaron insinuantes a estar atento y ser valiente.