“Libre” es una palabra demasiado
fuerte, es una palabra que me ha rondado la cabeza desde que tengo uso de razón
(incluso antes), nunca la llegue a comprender, al igual que tampoco comprendía
“justicia”, pues nunca las llegué a ver.
Gracias al fin del mundo he
empezado a entender un poco la palabra “libre” siempre quise escribir sobre esa
palabra, y hoy tampoco es el día.
Sí, esta semana del fin mundo, ha
sido realmente prolífica, para mí, termino un mundo.
El mundo que conocía,
lleno de miedos, de desconfianza… llego a su fin, y solo voy a extrañar a la
Maliciosa.
La palabra libre, esta empezando
a adquirir significado desde que he decidido no trabajar para mi casero, desde
que he decido vivir en libertad, desde que he decidido hacer lo que me dicta el
corazón.
Tampoco quiero exagerar, porque
la verdad siempre he hecho caso al corazón, siempre he vivido con una libertad
relativa, pero ahora mismo me siento más libre que nunca y prometo que ira en
aumento.
Me voy al pueblo, al de verdad, en
el cual sigue oliendo a vaca, aunque no las veas (mierda de estabulación), en
el cual los saludos no sobrepasan las onomatopeyas y me quedo largo llamándolos
onomatopeya.
Sí me voy al pueblo, va a ser
duro, pero me siento más libre que nunca, me voy a crear, y creerme que creare,
me voy porque este mundo acabo esta semana.
No olvidare el olor de la jara,
el sabor del traxpiés, los ojos de Paca, el cobijo de la Maliciosa…